«Estamos en guerra». Esta es una afirmación que oímos cada vez más a menudo, cada vez más insistentemente, en charlas, asambleas, manifestaciones, etc.

Quizás puede parecer una expresión exagerada, pero sólo hay que ver las imágenes tomadas en las calles del barrio de Gracia de Barcelona el pasado 30 de abril (en que una legión de policías antidisturbios desfilaron por el barrio) para pensar que esta idea es compartida no sólo por supuestos extremistas revolucionarios antisistema sino también por algunas de las personas e instituciones que ostentan el poder actualmente.

Le podemos llamar guerra, crisis, recortes o estafa, no importa (o quizás si). El hecho innegable es que se trata de una operación claramente violenta de reapropiación, de reconcentración de poder llevada a cabo por ciertos sectores de la sociedad que se niegan a perder esta posición de privilegio sobre la gran mayoría. Las batallas de este conflicto se están llevando a cabo principalmente en los ámbitos en los que el pueblo tiene más posibilidades de empoderarse, los espacios conquistados o en proceso de conquista como: el acceso a la vivienda, la educación y la salud públicas, los derechos sociales de las personas migrantes, las rentas, etc. y también la cultura, claro. Espacios necesariamente conquistados para alcanzar una vida digna para tod(a)s.

Desde que hace unas semanas decidimos reemprender el camino con La fanzinoteca, lo hicimos desde el convencimiento de que es necesario trabajar desde estos espacios vulnerables, desde estos espacios en lucha.

El próximo fin de semana estaremos en Gutter Fest. Estaremos por la misma razón que nos impulsa a mantener vivo nuestro proyecto: el amor a una manera de hacer y entender el mundo en que el deseo toma forma en pequeñas-grandes propuestas editoriales y musicales. Y por empatía con el entusiasmo que transmiten las personas que lo organizan. El entusiasmo y las ganas de vivir y de defender el valor de cada una de nuestras pequeñas luchas de nuestros pequeños deseos.

Pero no queremos dejar pasar el significado del lugar que ocupará este entusiasmo: Can Ricart. No queremos dejar de recordar que si en alguna medida estamos en guerra en esta ciudad este fue el escenario de una las primeras batallas.
No podemos olvidar que en Can Ricart se condensan muchas de las luchas de clase que ha vivido este país, desde las movilizaciones obreras de principios de siglo XX hasta la okupación, asedio y desalojo de La Makabra en 2006, uno de los momentos claves y más significativos del desarrollo cultural y político de la ciudad que vivimos hoy.

Posiblemente los hechos Can Ricart fueron uno de los primeros casos mediáticos, visibles, en que la violencia de esta operación tomó forma en nuestra ciudad, una violencia que cada vez se presenta con mayor crudeza en el barrio con atentados despreciables a los derechos humanos más básicos. Pero también tenemos muy presente el desalojo de l(a)s payas(a)s de La Makabra que fueron durante un días símbolos de la necesaria resistencia y la desobediencia pacífica pero activa y comprometida. Una historia que se repite hoy.

El próximo fin de semana estaremos en Gutter Fest, una feria de la autoedición en Can Ricart, porque a pesar de todo todavía no nos han arrebatado las ganas de vivir, ni las ganas de plegar papeles.

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